Mis cuerdas vocales
se niegan a pronunciar tu nombre,
es demasiado el frío que hace ahí fuera sin ti
y, no conseguirían nada más
que temblar, y entrecortar una voz
al igual que se cortó
la llamada que nunca llegaste a hacerme.
Tampoco las cuerdas de mi guitarra
dan más de sí,
siempre acabo, en la nota
de quererme a Mí. Pero mis dedos
se niegan a tocar ninguna canción
que no seas tú.
Y es que suenas tan bonito.
Tantas cuerdas que se rompen,
como la que nos unía, tantas cuerdas que
dejan de sonar
y se agrietan.
Que perdí la cordura.
Pero claro, eso tan sólo suponía
otra vez
volver a ti.
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