Nunca me eligen.
Eso le respondí a una persona, pero le podría contestado cualquier otra cosa. Como que nunca se quedan. Que a mí nunca me elige nadie. Y no lo decía quejándome, ni siquiera reclamando algo. Lo solté porque lo necesitaba, soltarlo. Nunca me colocan como "esa persona", como de la que le hablan a los demás con un cariño increíble, como es una parte de mí y no necesito más. Que pueden pasar mil cosas y aún así, la escoges, una inercia te hace estar ahí. Que estoy en el último puesto, que tan sólo soy otra opción, que no llego a tener esa conexión, ese entendimiento con alguien. ¿Qué hay más amor que el entenderse el uno al otro? Y conmigo nunca es. Nunca.
No consigo esa confianza, esa naturalidad, ese saber que va a estar ahí, ese compromiso, esa estabilidad, yo siempre soy la que escribo. La que se queda hablando de cosas y no con la que se quedan.
Entonces no quieres saber nada de nadie, no
hasta sentir que perteneces a algo, que algo es tuyo
que por una vez sí te eligen.
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