sábado, 26 de marzo de 2016

Aquí.

Que nunca me han gustado las despedidas,
pero eso no significa que te puedas ir sin avisar.



miércoles, 23 de marzo de 2016

Miedo a perder.

Todo el mundo tiene miedo a perder.
Por algo desde pequeños cuando jugamos al parchís
queremos ser los que más fichas metan en la casilla.
Los que más digan
"de oca a oca y tiro porque me toca".
Ganar. Aunque eso signifique que al ser
afortunados en el juego no lo seamos en el amor.
Amor.
No decir lo que sentimos
por miedo a perder.
Una amistad. Una relación.
Si no estás a gusto, rompe eso que te hace mal.
No te acostumbres a una rutina que no te hace feliz.
Porque si estás al lado del equivocado
quizás así evitas que se acerque el correcto.
Di lo que piensas.
Lo que tu corazón siente.
Somos amigos, siento algo más desde hace... ya no sé ni cuanto tiempo.
Y no lo digo. Y la fastidio.
Esa persona encuentra a otra que ni la quiere la mitad que yo. Así
constantemente.
¿Por qué no podemos ser libres?
¿Por qué no pensar que a veces
los sentimientos no se equivocan?
Sobretodo si son verdaderos. Y, si me rechaza,
se lo pierde. A una persona como yo, con todo
lo que soy capaz de hacer, de querer. Si,
me dice que no, qué quieres. Será
porque me merezco a alguien mejor.
Pero no por ello voy a dejar de intentarlo.
Porque
a veces tenemos miedo a perder,
y no sabemos que ya estamos
perdiendo al no arriesgarnos.



Y no derramaré una lágrima más por ti.

Miro por la ventana. Miro a la nada.
El mar, sus ondas provocadas por el viento que sopla.
Algún que otro pájaro volando.
Y, miro todo. Y, en realidad, no estoy mirando a nada.

Soy fuerte, siempre lo he sido. O eso he querido creer.
Pero no se puede ser fuerte cuando te golpean en tu debilidad.
En tu punto débil. Y eso sí que hace daño.
Irreparable.

Pensamos que las personas pueden cambiar y, no,
no es así. Las personas no cambian, esconden su peor parte.
Te hacen creer que estás segura, para luego dejarte caer.

Y parece que cuando tiro el pañuelo del paquete
empapado por mis lágrimas. Parece, que va a ser el último.
En realidad no. En realidad solo vuelve a ser el primero de muchos más.
Lo peor es que ya debería de saber como es todo,
lo peor es que ya me tendría que haber acostumbrado.
Porque no siempre somos las prioridades de quien más nos importa.
Sólo somos segundos platos. Postres para quedar bien y que parezca
que todo es bonito y precioso.

Vuelvo a creer que todo puede ser como yo quiero que sea.
Como es en mi imaginación. Nada más alejado de la realidad.
Porque nunca me quito la venda. Comprender de una vez que no le importo.
Y, que por mucho que yo me empeñe en arreglar todo,
le seguiré sin importar.

Y, ahora, cuando miro a la nada
es cuando miro a las personas que les importo de verdad.

Ahora, cuando miro al espejo y veo mis ojos rojos
de tanto llorar. Cuando mi estómago es un puño
y mi corazón ya está más que convertido en piedra,
es cuando me prometo
que no derramaré ni una sola lágrima más.

domingo, 20 de marzo de 2016

Dos semanas y seis días.

21:00

   "Hasta luego" me he atrevido a decir.
Ya echando de menos a su ausencia,
a los pocos minutos después de que se marchara.

21:02

   Voy andando,
dirigiéndome hacia cualquier lugar,
mirando hacia ningún lado.
   Pensando en tu silueta alejándose
cada vez más.
   En tu pelo engominado.

21:10

   Estoy pasando al lado de un bar,
escucho esa canción que me recuerda a ti
doy unos pasos
y veo que una tienda se llama como tú.
   Sonrío. Miro hacia abajo.
   Y te vuelvo a recordar.

21:11

   Te tengo que olvidar.

21:30

   Llego a casa. Me tumbo en cama.
   Dos semanas y seis días
quedan para volverte a ver, mirarte a la cara,
ponerme nerviosa, no ser capaz de pronunciar palabra.

21:45

   Seguro que te gusta otra. Más guapa que yo.
   Más...mejor. Cómo te odio.
   Mi sonrisa me delata, sabes que me gustas
y tú sólo pasas. Soy un poema más, en un perdido folio.

21:47

   En realidad te quiero.
   Incluso a distancia. Aún con el corazón roto.

21:55

   No sé que hacer contigo. Ya ni pienso sin ti.

22:00

   Me quedo dormida. Sueño contigo.
   Y a la mañana siguiente me doy cuenta
de que queda un día menos para verte.

                          Esta vez me odio a mí misma por aún seguir queriéndote.