jueves, 30 de diciembre de 2021

cuando dije vuelve y tú respondiste que no decidías volver

 ¿y tú me escuchaste? ¿y tú me olvidaste? ¿y tú dijiste quiero y te fuiste?

¿cuánto más debía esperarte? ¿cuánto más debía aguantar?


al igual que tú, solo podía seguir.

viernes, 24 de diciembre de 2021

Lo que no es nuestro

 Sin embargo, no puedo apretar, estar constantemente forzándolo, machacándome con qué habría pasado si las cosas fuesen distintas, porque sucedieron así. Y entonces, ¿de qué servía recordarlas? No me servía para nada a mí, me impedía abrirme, me hacía ser fría, no me dejaba comprender que habías pasado página rápidamente y que tenías el derecho de hacerlo. Me justificaba con que estaba enamorada. Y sí, probablemente lo esté siempre de ti, o no solo de ti, de nuestros momentos, de las escapadas, de cómo salían las palabras de tu boca, de la risa que me salía solo contigo, del tiempo que me pasaba mirándote. Pues claro que lo estaré, ¿cómo no iba a estarlo? Pero aceptarlo me permite superarlo, porque hasta ahora tenía la manía de que cada vez que venía a esta ciudad quería que volviese el verano. Y que todo lo que tenía ahí volviese, mis amigas, los planes que hacía, tú. Pero no estaba siendo justa, sobretodo conmigo. Estaba siendo egoísta y estaba con personas por estar, por olvidarte, por pasar el rato, y lo siento. Esto me lo digo a mí. En mi cabecita no entraba la idea de que las cosas fuesen diferentes. Pero lo son. Claro que lo son.

Y hoy he comprendido que debo soltar, soltarte a ti, a ellas, a ellos, debía liberarme. Sostenía tanto que no sabía qué tenía, ni qué quería. Así que, hasta luego, sois libres y me parece bien que lo seáis. Ya no nos pertenecemos, no pensaré en vosotros, no trataré de comprender por qué no puedo volver al pasado. Porque no debo. Esto es un lienzo en blanco en el que no entran los miedos, el dolor, las inseguridades, en el que solo escribo la tranquilidad: rompo el contrato.

Lo que era nuestro

 Me prometo a mí misma no escribirte porque sé que no eres real, que lo que siento no lo es. Porque cuando pienso en lo que ha pasado solo sé que no lo quiero contigo, antes podría permitirme la vacilación entre lo que quería y lo que mi mente decía que debía hacer, pero ahora tengo las cosas claras. No eras para mí y ya está, no sé quién eres ahora mismo y tú y un desconocido tenéis la misma relación conmigo: inexistente. Por eso me dije que cuando estuviese aquí, no te escribiría.

Sin embargo, no puedo evitar hacerlo, aunque nada, aunque nunca. Porque es como si en estas paredes se hubiesen impregnado momentos, partículas de ti  y de lo que habíamos creado. Y no me gustaría que pensaras que sigo por ti, porque no lo hago, porque si no estuviese aquí sé que no lo haría. Pero te siento cerca y no puedo evitar que aquello que una vez encendí en tu interior y en el mío, sepa que sigue existiendo. Porque sí, porque yo encontré a otros y tú a otras y aún así pondría la mano en el fuego porque lo que tenemos nunca se irá, aunque no nos veamos y nos hayamos olvidado de los que fuimos. Así que solo te escribo porque, de alguna manera, es una forma de sacarte de dentro, de este sitio. ¿Sabes? Siempre supe que tú lo lograrías antes. Quitarme de las fotografías, quitarme de las palabras, de los lugares, de las comidas, de las escapadas, de los viajes, de lo que era nuestro y de lo que no, de las cartas, de mi coche, de la habitación, de los dibujos.

Creo que lo que me duele tanto no eres tú, es todo lo que he tenido que modificar en tan poco: mis amistades, las cosas que me gustaba hacer, incluso partes de mí. Y estando en este sitio, no hay nada que no hable sobre el antes.


martes, 21 de diciembre de 2021

Habitaciones sin papel

No quiero dejar esta habitación.

Eso fue lo que le dije. Nunca soy capaz de cambiar las habitaciones, sitio al que voy y que se convierte en mi cuarto, se me hacen imposibles cosas tan sencillas como mover muebles, girar la cama o quitar cuadros. 

Esa fue una de las razones por las que le dije que no quería dejar la habitación, porque se convertiría tan sólo en cuatro paredes y un somier y unas ventanas que no dicen nada. Porque me entristece que habiendo compartido tantas cosas en ella, mi risa en los muebles, conversaciones en las paredes, piel con piel entre las sábanas. Ahora no quede nada. 

Él me dijo que lo bueno de quitar todo es que cuando volviese podría volver a llenarla, podría poner  dibujos nuevos, experiencias mejores y que estaría mucho mejor. Yo no quería que estuviese mejor, yo quería que siguiese así. Claro que podría volver a esa habitación pero aunque colocase milimétricamente justo cada cosa donde estaba, ya no sería lo mismo. Nunca lo es. Nosotros tampoco volveríamos a estar juntos como estuvimos.

No quiero comenzar de nuevo.

No quiero una habitación distinta.

Sólo quería congelar ese instante y quedarme en él todo el rato.

jueves, 16 de diciembre de 2021

 ¿de verdad que necesitas te recuerde

que las cosas que se quieren no se tiran de repente?

miércoles, 15 de diciembre de 2021

líneas tuyas en el papel

Te he conocido más. Perdóname por ser así, pero volviste a estar donde debías. No pretendía seguir con esto, porque eres un desconocido y yo dije que dejaría de interesarme, de buscar donde no hay y de esperar. No pude evitarlo. Porque sé cómo te llamas, resulta que tienes uno de mis nombres preferidos. Pero eso no me hacía falta descubrirlo, lo sabía, sabía que tendrías algo a lo que podría acostumbrarme a decir con las comisuras de mi boca. Escribes, eso sí que me descolocó, estoy escribiendo sobre alguien que escribe sobre situaciones que le suceden. Sucedes tú. Y me pregunto cómo te sentaría saber que estás entre estas líneas. Resulta que nos gusta lo mismo: la fotografía, el cine y la música. He conocido más de ti y me estás volviendo loca. Te gusta hablar sobre cosas que otros no se dan cuenta, miras y no solo observas, analizas tu alrededor, lo cuestionas. Tienes una parte irritantemente atractiva, porque mezclas intensidad con tranquilidad. Y eso solo hace que quiera saber más, más, más. Ahora sé que siempre llevas el pelo despeinado y dónde estarás. Aquí dentro.

sábado, 11 de diciembre de 2021

Y solo quedan tus manos

Llovía y yo llegaba tarde a clase. Nunca sé esperar a las cosas y no llevo reloj, debería comenzar a hacerlo. Necesito uno. Necesito dejar este desorden aunque siempre apunte en mi libreta todo lo que debo de hacer. Nunca me acordaré del paraguas, aunque me acordase no lo cogería, hay tantas cosas que debería cambiar. Aún no está abierto y llego tarde, tú aún no habías llegado, pero no podía echarte en falta porque todavía no te había conocido. Desaparezco y vuelvo, me olvidaba algo en casa. Mando un mensaje quejándome de por qué torpe es algo que me define tanto. Llueve con más intensidad y la calle habla con mis pies. La gente me observa andar rápido, siempre voy con prisas y aún así a veces me paro a mirar una planta, la sonrisa de una persona o a sacarle fotos al cielo. 

Llego y está abierto. Ahí estás. ¿Quién eres? Hay demasiada gente y todavía no puedo entrar. Me veo en el reflejo de la puerta, no sé si voy bien combinada y tengo el pelo ondulado por la lluvia. No, desde luego este no era el momento idóneo para encontrarte, sin embargo, si no fuese este, igual no existiría ningún otro. Por eso me gusta. Me mira tu compañero pero él no me va a atender, no. Lo harás tú. Miro hacia otra parte y aprieto mis manos. Salen personas y yo entro. Voy directa hacia ti, mis piernas vacilan ligeramente, me saludas y desvío la mirada. Me he olvidado de hablar, qué quería y dónde estoy. No quería hacerlo, de verdad que no. Me había casi prometido a mí misma que dejaría de hacerlo, pero te analizo. 

Tienes el pelo ligeramente despeinado, pero de un modo cuidadoso. Te arreglas, sin embargo, prefieres parecer despreocupado. Sabes sonreír con los ojos y eres alto, la piel no la tienes demasiado morena, te gusta salir más de noche. Tu nombre empieza por J. No sé cómo lo sé. Eres demasiado expresivo con la mirada, en serio. Llevo un rato sin decir nada y me comienzas a mirar raro. Solo sé hablar bajito y con voz dulce, parezco una idiota. ¿Qué? No te escuché, perdona. Sí, eso, gracias. Siempre me fijo en las manos de las personas, dos anillos en los dos dedos centrales de una de ellas, en la otra también llevas y creo ver tres. Son plateados, grandes. Para mí llevarlos significa que necesitas estabilidad y confianza. Me gustaría saber qué significa para ti. ¿Cómo te llamarás? Podría preguntarte sobre tantas cosas. No escucho nada, siento como si estuviese en otra parte, como si lo estuviésemos, a solas. Me tengo que ir. Llegaba tarde, pero ¿llegaría tarde a ti? Me alejo nerviosa, pensarás que soy algo inquieta, me coloco el gorro bien y te dedico una última mirada, me marcho rápido. Me dedicaste una caricia sin saberlo. 

Salgo de aquel lugar y pienso en si debería mirar hacia atrás, si debería haberte dicho algo más interesante, algo que me hiciese notar, que igual significaría algo si siguieras ahí. Sé donde estás y donde puedo encontrarte y eso es incómodo.

Entonces tu imagen se mezcla con la lluvia, llego tarde

aparecen y solo quedan tus manos.



sábado, 4 de diciembre de 2021

 no soporto estar en esta ciudad,

demasiadas imágenes de ti, de nosotros, demasiadas.

jueves, 2 de diciembre de 2021

soltarnos

igual el pasado debe quedarse ahí: donde ya no pertenece.
guardarlo como algo que fue tuyo.
señalarlo como un lugar del antes. donde visitarlo
sin necesidad de volver.

permitirnos soltar para avanzar.