domingo, 30 de septiembre de 2018

Mugriento

Mis poros sudan,
las flores se derriten
y siento náuseas.

Quiero vomitar tus recuerdos.

Quiero potarle al
amor romántico,
estoy mareada porque no sé borrar.

Creo que no entiendo nada,
mis manos no se mantienen quietas
y ojalá la causa fueses
tú pero no en este sentido.
No sé a dónde ir, qué pensar, quién
debo ser o cómo actuar.

No duermo y creo poder estar
hablándole a estas paredes
de ti todas las noches.
No estás. Yo sigo hablándoles.
Nunca estarás y sé que lo haré.

Mis costillas se contraen
no saben soportar el arrebato
inmaduro de quién
solo patalea y
pierde la noción del tiempo.
No sé cuánto llevo haciendo
esto
duele tanto porque no sé cómo dejar
de hacerlo.
Nunca has estado.

Me muerdo las uñas
y es horrible
porque lo odio.
Odio muchas cosas que no entiendo
cómo dejar.

Nada ha servido de todo lo
que hice hasta ahora por ti.

Quiero que seas feliz.

Es lo único que me atrevo a pronunciar.
Aunque lo repito varias veces.
Que seas feliz.
Feliz.
Que te vaya bien.
Muy bien.
Extremadamente bien, joder.

Espero que esto sí sirva de algo.

viernes, 28 de septiembre de 2018

Pues bueno es que

Ahora que nos despedimos,

querría
de veras
decirte

que te deseo lo mejor.

Pero es que a mí ya no me puedes tener.

domingo, 23 de septiembre de 2018

Y nunca sales

Ya puedes pasar.

Te dije.

Tú diste un paso al frente
adentrándote en mí.

Y te metiste y me tendiste
la mano
y yo ya no supe decirte
que estaba hablándote
como a una herida
ordenando que te cierres
que pases, te vayas, te cures
advirtiéndote
todo
esto,
sabiendo
que nunca te supe cicatrizar.

sábado, 22 de septiembre de 2018

viernes, 21 de septiembre de 2018

jueves, 20 de septiembre de 2018

El chico del Seat rojo

Iba por una ciudad desconocida
y estaba esperando
delante de un semáforo viendo
pasar historias a varias
velocidades
esperando
a cruzar un código de barras
en blanco y negro.

Me paré en un semáforo
delante de un coche
viejo
de color rojo desgastado.
Cuando se puso en verde
cediéndole paso a mis impulsos,
pasé a su lado y
un chico veinteañero,
moreno, con algo de barba
y varios tatuajes en los brazos,
con cara ligeramente tallada
de marfil
con trazos finos
poseedora de cierta ironía
en su frente,
sacó medio cuerpo por la ventanilla.

- ¿Me das tu número, guapa?

Dijo.
Me sorprendió esa pregunta.
No sabía que las personas éramos
números como si de productos
estuviésemos hablando.

Fruncí el ceño y me sonrió.
De una manera descarada.
Extremadamente.

Me acerqué a él, le pregunté
si tenía un bolígrafo a mano
y agarré tierna y pausadamente
su brazo fuerte.

Lo anoté y me fui.

No sé cuál sería su expresión
pero seguro que algo
parecido a un cosquilleo
rebosante de impotencia
al ver que
lo que había escrito
era mi número,

el número
de lista de espera
de personas a las que nunca llamaré.

Me has pedido número
y yo te lo di para que fueras cogiendo
sitio
y esperaras sentado.

Chico del Seat Rojo, atrévete a sonreírme una vez más.

domingo, 16 de septiembre de 2018

Creo supongo puede

supongo que eso fue amor,
supongo que lo sigue siendo,

sigo separando dos sillas
de la mesa,
pensando que a las tres
llegarás de trabajar
y sonará el sonido de una
puerta abriéndose,
sigo
sigo aún
sentándome en el lado
derecho del sofá
porque sé que es el que te gusta
a ti
y que vendrás a reclamarlo
que vendrás a molestarme
revolviendo mi pelo
y acariciando mi pierna,
todavía
todavía mis manos buscan
tu cuerpo en un espacio de
la cama que ahora está frío,
oigo sonar el teléfono
y creo que me llamas
en este caso se ha cortado
mira anda como nosotros
he querido devolverla pero
tú me debes muchas cosas
que no me has dado
te he rechazado para cerrarte
a dos pestillos bajo cero
y no reabrir lo que escuece y suelta
un llanto porque
mi única salida tiene tus apellidos

por eso aunque da igual
quiero decir que aunque ahora nada
voy a pero tú ya no
así que no te importa sin embargo
yo
reclamo, aúllo, lloro y recito
y vuelvo inconscientemente
yo lo hago y
no apareces y busco la ducha
busco tus dedos
hablo de un nosotros,

sabiendo que no vendrás.

lunes, 10 de septiembre de 2018

Aprende de ti mismo

A qué has venido.
Digo, por qué has vuelto otra vez.
¿Qué más quieres?
Dime.
Supongo que.
No sé.
Dilo. Por favor.
¿Quieres un café, un hasta luego
un que te vaya bien de mi parte?
Acompañado de tu sudadera
gastada, de un portazo o
un suave apretón de manos.
¿Quieres quedarte, un rato
o por el momento o ya ni siquiera irte
quieres perdonarte, entrar y lo que surja,
quieres marcharte o me quieres a mí?
Dime.
Necesito entenderte.
Tan sólo me gustaría saber qué es lo que quieres
para sin duda ahora ya no dártelo.

viernes, 7 de septiembre de 2018

Siempre igual joder

ahora tengo que volver a empezar
como si no supiera
que volver
siempre ha significado repetirte.