lunes, 25 de junio de 2018

Sopla

Te deseo que seas feliz.
Te deseo que te sueltes el pelo
y el vals lo bailes descalzo.
Te deseo a alguien y no a cualquiera.
Que te vaya todo maravilllosamente.
Que al tirarte en el sofá y sorber el café
te remuevas no buscando el
mando sino una mano que en sí
misma llegue a tu cuerpo.
Te deseo adrenalina, te deseo calma,
te deseo meterte en la boca del
lobo porque besa más feroz.

En resumen,
quiero decirte que yo tan sólo:
te deseo lo mejor,
sin las dos últimas palabras de la frase.

jueves, 21 de junio de 2018

Reflexiones de la una

Las cosas son distintas.
Nunca permanecen igual.
Y sin embargo hay otras
que siempre serán lo mismo.

Lo que existe no es lo que
se ve ni lo que puedo acariciar
con la punta de mis dedos.
Lo que cambia no es más que
las situaciones presentadas
y los arrepentimientos agarrados
a una sombra que pide
un poco de luz para ver mejor.

Pero lo que es totalmente cierto
es lo que se quiso, lo que recuerdas,
porque todo es diferente alrededor
y hasta en uno mismo
pero no en lo que pasó y lo que percibimos
el temor, el debería haber hecho,
el hice esto, y nos llenamos de ojalá que.

Estamos llenos de momentos.

Por eso ahora puedo decir
que no tengo miedo a tener distancia
de ti.
Todo será distinto pero tú
siempre serás tú
y seguirás, en letras mayúsculas
provocando
provocando
-provocando-
digamos, esto, en mí.

Aquellos que fuimos lo seguiremos siendo
porque el pasado se supera
pero no se cambia.

Somos inexactidud incorpórea
y contrapuesta.
Por eso siempre hemos sido tan buenos
haciendo esto.
Por eso sabemos arder temblando.

domingo, 3 de junio de 2018

Puedes encontrarme

Todavía creo que todavía sigues
apoyado en la barra de aquella disco
como siempre a la izquierda
en la banqueta sin respaldo
cerca del cuadro azul
y con tres desvaríos de más
en el equilibrio de tus suelas.

Aún puedo imaginarte igual,
tal vez algo más borroso pero siempre
con la misma esencia.

También había noches en las que
cambiabas tu ritmo como si
en vez de seguir a la música fuese
ella la que te siguiese el pulso a ti.
A veces sales a bailar y dices que
eres arrítmico. Yo me limito
a saberte como un contratempo
de compás irregular.
Algunas noches, sí, levantas
la cabeza de una copa de
"soy un solitario nocturno"
y diriges la vista hacia algo concreto
pero luego parece ser que
nada es suficiente para ti.
Sin embargo, esas noches,
a once baldosas de distancia mía,
ríes, entablas una conversación
que nunca dura más de tres minutos
y treinta y tres segundos,
y continúas esplendorosamente
riendo un poco más porque dices que no
quieres nada serio.

Sigo pensado que sigues apoyado alli.
Un anuncio de melancolía
me agarra sin disimulo,
cruje mi temperamento
y la apariencia aparentemente tranquila
se distorsiona.

Porque yo sé que yo estoy aquí
y sé dónde tú estás y que puedo encontrarte
porque te encuentras en el mismo lugar
a la hora idéntica de los equivalentes
últimos días de la semana.
Y saber que puedo volver a verte
cuando me dé la gana me destroza.

Seguirás allí posado. Permanecerás
buscando ese algo.
Pero esta vez yo ya no estaré
esperando a que me encuentres.