miércoles, 20 de julio de 2022

Valórate

La hemos jodido. Corazón, mente. Lo siento. Lo intenté. Pero la jodimos y mucho. Hemos vuelto a sentir. Por alguien que ni siquiera nos llena. Pero que algo tiene. Y del que te tienes que alejar porque no te valora, porque primero estás tú y porque pasa de ti como quiere. Duele, joder, duele y vas a tener ganas de todo. De ignorarle, de odiarle, pero sobretodo, de llamarle, de volver a estar con él, porque te sientes sola y necesitada y buscas amor en cualquier parte, de sentir que unos besos te llenan. Y sé que lo harás. Pero no, no la jodas más, no dejes que te pisoteen. Que vuelva las veces que quiera sin cambiar, que se acomode significa que no te quiere lo suficiente. Sientes porque eres persona, acepta que sientes eso pero no dejes que te condicione. No le dejes volver, aunque te vuelvas loca, aunque te subas por las paredes, aunque sientas rabia, no lo hagas. Por una vez no, déjalo.

jueves, 14 de julio de 2022

en pausa

 Hablé de ti. No solía hacerlo, ni siquiera conmigo misma. No es que no quisiera, pero...bueno. Las cosas eran distintas y fue como si me hubiese colocado un bucle que me hacía reiniciarme cuando mis pensamientos se iban hacia ti. No volví a hablar de tu persona desde que te dejé de conocer. 

Bueno, sí lo hacía, pero a mi manera. Cuando me preguntaban te describía como si hubieras sido un cómo y no el por qué. Hablaba como si no existieras, supongo que esa fue la diferencia de todo lo que dije anteriormente. Que supe contar cosas sobre ti como alguien que sí, seguía existiendo. Porque quizá eso es lo que mi mente todavía no asimila, no es que no seas tú, no es que te hubieras ido, marchado al extranjero, es que seguías aquí tan cerca cerca cerca y la única razón por la que no existías era porque querías eso. Dejar de hacerlo para mí. Y eso no cabía en mi cabeza que no que no. Que lo hubiésemos querido así.


Hablé de ti. Y mi error fue que después de tanto no me permití llorarte, no me permití desde no sé cuando, sentir nada relacionado contigo. No es que te hubiese echado, algo mucho peor, te había dejado en pausa. No me había alejado, no te había separado, no había colocado la palabra distancia en medio, te había dejado ahí. El punto entre el nada y el todo, te había pausado porque es lo que haces cuando las cosas se descontrolan, pausa. Y ese fue el problema. Le dije a una persona hace poco, "no puedes haber cambiado tanto solo porque alguien haya actuado así, que una actitud suya, provoque que tú seas alguien completamente distinto, no me lo creo". Y sí, sí, claro que sí. Claro que alguien te puede influir lo suficiente como para que modifique todas tus conductas. No es justo, lo sé. Pero pasa así. Incluso sin darte cuenta.


Entonces sabes que cuando cogiste el coche para perderte por el campo sola, pensando que la razón era la desconexión. No. Te equivocabas, lo hiciste por esa persona. Cuando aquella vez decidí conocer a esa persona nueva y dije aquello o hice lo otro, tú estabas detrás. Detrás de todo lo que fui porque estabas en pausa, influyéndome, causándome. Y yo no lo veía, sabía que en el fondo hacía a veces cosas sin sentido y  no sabía que la causa eras tú. Aún habiendo pasado ya tanto, aunque en mi mente te 

hubiera

olvidado

por 

completo.


Joder.


¿Cómo se siente al saber que una personas distinta a ti misma te ha hecho ser quién has sido en tantas situaciones? Esto fue lo que hablé sobre ti y estaba dándome la respuesta a tantas cosas sin saberlo. Que no me merecía aquello. No me merezco esto. Lo veo tan claro. Había pausado que sabía sentir, había pausado lo que era que un abrazo me llenase, una mirada, había pausado estar tirada en una cama con las persianas bajadas y estar ensimismada solo por las historias que nos inventábamos, hablábamos tú y yo todo el rato, es que todo 

y no recuerdo tener que parar yo 

porque no había nada alrededor nuestro, dos, nosotros, en movimiento. Por eso a veces me quedo parada, mirando a la gente, a los paisajes, porque una vez no necesité nada más para que a una persona para ver una cinta de película rodando, 

por eso prefiero callarme, por eso me escondo en mí, por eso no sé reírme.No lo sé porque supe lo que era y me jodía tanto saber que no iba a tenerlo, que prefería no tenerlo por elección propia.

Esto dije sobre ti. Me dolió tanto que no dejé que me doliese, lo pasé mal porque no me dejé pasarlo mal y lo escondí. Estaba ahí, como dije antes, en lo que pensaba pero en pausa, pero tenía tal bloqueo. ¿Cómo vas a cambiar algo que no sabes el por qué?

Y cuando hablé de ti sinceramente lo supe: debía dejar de ponerte en pausa. Así que sí. Vuelves. Sucedes en mí. Lo acepto. Acepto que no soporto la idea de que me gustaran tantas cosas de nosotros, acepto que igual nunca me vuelva a sentir de esa manera (pero lo haré de formas distintas, supongo, y está bien, lo va a estar, en serio), acepto que quiero que vengas, que quiero verte, que me he quedado estancada, que siento rabia porque tu hayas, te hayas rehecho sin mí, porque quieras sin mí, porque cualquier cosa que hagas será sin mí. Acepto que deseo recibir cualquier cosa tuya y también acepto saber que no llegará. Que sé que si le doy a continuar te quedarás mucho más y tardaré más en superarte, pero lo hago porque sé que tengo que enfrentarme a ello. 


Puedes continuar y yo también.

domingo, 10 de julio de 2022

estoy mirando por la ventanilla

 Estoy mirando por la ventanilla, las casas se mueven fugaces, a veces veo personas y me gustaría ser solo por un momento ellas. Sé que parece una estupidez, pero pienso en cómo sería ponerme en su lugar, tal vez para sentir algo distinto a lo que estoy sintiendo en mi interior, cuando las miro pasajeras desde mi ventana. Qué triste. La necesidad de ser una persona diferente a la que eres. Hay tantos temas de los que podría hablarte, tantos. Pero no lo hago. De los árboles, de qué hice ayer, de cómo me río con programas cutres de la televisión, de cosas que quiero hacer y no me atrevo, que me tropecé al salir de casa, me gusta cómo entra la luz por tu lado del coche, el reflejo que hace en tu cara, que no pude dormir hasta las tres de la madrugada, o sobre aquel sitio para viajar, o que prefiero leer por las noches.

En lugar de eso me callo y sigo mirando por la ventana. Me preguntas qué tal ayer, sé que podría contártelo, pero sin más explicación de repente me resulta demasiado incómodo, complicado, contarte cualquier banalidad, así que me limito a responder un simple bien. Yo no quiero saber cómo te fue a ti. ¿En qué piensas? Me preguntas. Nunca sé qué decir a eso. En nada. No me lo creo ni yo, siempre estoy pensando en algo. Igual en las cosas que debería de haber hecho, las que no soy capaz de decir y las que me gustaría hacer. No es una buena combinación, pero cuando no me gusta donde estoy, soy capaz de esconderme en mi propia mente, crear historias para no pensar que no quiero estar en esa situación. No te has creído que no pensaba en nada y me parece bien. Sé que no insistirás, ni dirás que sabes que no es así.

Ahí supe que haría esto durante el trayecto, memorizarte. Así que aparto por una vez mis ojos del paisaje, de las casas, de las personas, para centrarme solo en ti. Lo expresivo que eres con los labios, las rallas debajo de tus ojos cuando algo te hace gracia o te resulta curioso, la forma que tienes de estirar los dedos, la sudadera que llevabas puesta, que apartarías la mirada si te la sostengo.


Nos paramos y sé que hemos llegado. 

Repaso entero quién eres, quién soy contigo.


Hasta luego.

La primera, te la digo a ti. Y te vas. La segunda, me autoconvenzo.

Siempre guardaré la fotografía que te hice con mi mente.

sábado, 9 de julio de 2022

R

sábado.

me haces falta.
mi cuerpo necesita saber que todavía es capaz de sentir hacia algo.

nada más relevante que contar.