viernes, 29 de noviembre de 2019

Sé que no te será difícil

No te mereces olvidarme.
No te mereces que me olvide de ti.

Sería demasiado fácil desentenderse,
creo que has hecho lo más placentero:
abstraerse, distanciarse, irse.
El valiente no es el que se marcha,
el cobarde no es quién se queda.
Dices que no quieres mis explicaciones,
yo te devuelvo tus mentiras.

No te mereces olvidar
porque solo has sabido decir
cosas que no son verdaderas, solo has dicho
yo lo he dado todo,
pero no consistía en eso,
nunca ha consistido en ello,
consiste en dar lo que te salga y no por obligación
sino para reconstruír los deshechos
de algo juntos.
No te lo mereces
porque nunca me has querido
porque nunca has apostado por esto
porque siempre te has escapado
porque no has sabido aprender
porque no has sabido pedir perdón
porque no has aceptado mis defectos
lo que no te gusta de mí    mis fallos
porque has preferido echármelo en cara
antes que solucionarlo
porque te lo demuestro y no escuchas
porque no sabes mirar lo bueno
porque no te importó cuando dije te quiero
te acuerdas    todavía     quédate.

No te mereces olvidarme.
Ni que me olvide de ti.
Sin embargo, te pido que lo hagas.
Te lo pido porque sé
que a ti no te resultará difícil hacerlo.

Porque ya lo hiciste una vez.






Escapo para encontrarte

correr no siempre significa huír.

domingo, 24 de noviembre de 2019

Inconformista

no te encuentro ninguna imperfección
por eso no me gustas.

Pero ya lo sabías

Casi siempre sabemos lo que queremos hacer.
Incluso antes de que se nos venga la duda
a la mente,
la decisión de forma inconsciente
está tomada.
Y eso es lo que nos da un terror inmenso.

No tenemos miedo, ni pánico
por no saber qué elegir
por estar entre tantas opciones
por si nos arrepentimos después.
Son excusas que creamos 
para defendernos.

Lo que de verdad de verdad
de verdad
te atemoriza
no es elegir la peor opción

sino saber que en verdad
es la que siempre te ha gustado.

sábado, 16 de noviembre de 2019

El chico de la mirada perdida

Tenía una mirada que arde,
una mirada perdida,
que provoca erosiones donde señalan sus ojos.

Mirarle era presenciar un espectáculo.
Sabía a humo y cada calada
tenía el privilegio de recorrer su cuerpo.
No quería solo recorrerlo,
quería mudarse, habitar
entre sus poros.

Podrías escucharlo hablar
y te sentirías en un cuarto insonorizado,
el suelo no sería suelo
las paredes serían mar
y solo podrías fijar tu retina en el primer plano
de su cara 
bajas
te cruzas
atisbas:
sus labios son lenguaje mudo
en el que solo sé pensar en cómo se mueven.

Tenía la mirada perdida
y aún así yo no conseguía apartar la mía
cuanto más cerca estaba más bruma 
aislamiento en sus brazos
ciento treinta y tres pestañeos en los que
podría decidir
dónde causar incendios.

Era un chico de mirada perdida,
no sé si porque no sabía hacia dónde miraba,
no sé si porque me hacía perderme,


tal vez porque solo me encontraba cuando se dirigía hacia mí.

viernes, 15 de noviembre de 2019

Cada uno y el silencio

Dices no lo sé.
Dices que dudas,
dudar te come dudar te pellizca.
No lo entiendes.
Te toco con un dedo.
Estás despierto.
No necesitas comprenderlo.
Lo sabes y asientes.

Es cuestión de sentarse
cada uno en un extremo como
si en una mirada pudiésemos
leer nuestros pensamientos.
Ya no estamos separados
en ningún momento lo estuvimos
si me balanceo puedo tocarte.

Abres la boca
y
como si fuese un bostezo
de una vez consigues casi decirlo.

Sí que sabes lo que quieres,
cómo lo quieres,
con quién lo quieres.

También abro la boca.
También bostezo.

Pero yo tampoco me atrevo a decírtelo.

sábado, 2 de noviembre de 2019

Formas de declararse

Le dije que me gustaba la palabra
cafuné.
No solo en sí la palabra, sino lo que significa,
su concepto.
Cómo suena cuando sale de la boca.

Qué quiere decir. 
Preguntó con la curiosidad que le caracteriza.

Cafuné: "pasar los dedos entre el cabello de la persona amada".

Me miró a los ojos.
Me dedicó una sonrisa.
Y, segundos después, acarició mi pelo.