domingo, 14 de agosto de 2022

miércoles, 10 de agosto de 2022

la única que quieres

 no quiero sentir esto, no quiero ser una pausa, un punto y a parte, una flexión entre dos posibilidades que no llegan a encontrarse. no quiero sentir que no sé donde estoy, frotarme mis ojos porque los tuyos no me miran, tensar mi cuerpo cuando pienso en tú, en lo que representas, pensando que yo no llegaría a ti por mucho que me estirase. porque siempre sucede así, que no me tienen claro, nadie me tiene claro. no quiero. no lo mismo. no quiero sentir, así, sin más. paso de sentir. me hace vulnerable. no quiero ser la que espera, la que llama, no quiero creer que me escogerían mí, porque sé que no es verdad, porque es crearme ideas que no existen, que son impensables. luego me decepciono. no puedo permitírmelo. es demasiado. no puedo permitirme ni lo más mínimo creer que de todas las opciones 


yo podría ser la única que quisieran.

viernes, 5 de agosto de 2022

necesitas superar esto

 ¿qué más debería de decir? ¿que deberíamos de haberlo hecho de otra forma? y cuándo no ha sido así. cuándo no he sentido que millones de cosas las tendría que haber hecho de otro modo completamente distinto.


el sentimiento de que sabes que debes de pasar algo para poder superarlo. y quieres pasar ya a la fase de superación pero antes sabes que te queda un camino jodido para poder llegar. y no te ves capaz.


dónde te has metido, qué has hecho, igual solo tienes lo que estabas buscando. sabías lo que iba a pasar, lo tenías claro. ¿tanto te odias a ti misma como para haberte hecho esto? cuánto amor propio te falta.



solo existimos nosotros dos

 veo el cielo a la mitad.

no sé describirte esta sensación.

hacía mucho que no la sentía.

escucho el viento en las ventanas

petándonos contra el cristal,

hojas moviéndose, un coche al fondo

con música bastante alta. 

no importa, no importa nada que no esté

aquí adentro.


¿qué siento?

mi cabeza está desordenada

pero me gusta sentir esto:

que todo está completamente callado

y quieto.

sólo existe el interior de este coche.

me he quedado completamente en blanco.

no hay letras de canciones que se repiten 

en mi mente, ni escenas que imagino,

ni conversaciones olvidadas, cosas que debo hacer

y no quiero.

no hay nada.

solo veo el cielo a la mitad y me gusta.


sonidos lejanos, una rama que se cuela

por la ventana derecha mientras se te achinan

los ojos

estoy cómoda aquí,

no sé quienes somos, pero no lo estoy pensando.


dos manos perdidas que se encuentran

como en medio de una tormenta.


consigues que se enciendan las luces

que escuche permanentemente el

sonido de olas, 

nubarrones azules, rosas,

un pájaro volando sobre  el mar,


si lo que veo es la mitad del cielo,

la otra mitad somos nosotros.

sobre A

- Ese es nuestro puto problema.

- ¿Cuál?

- Que somos jodidamente iguales, odiamos igual, tú me haces algo y yo buscaré algo peor para hacerte, porque así actuamos, así funciona nuestra mente, de la misma manera. Aunque no queramos admitirlo, de manera inconsciente lo hace. Y es agotador porque es como si crearas una guerra contigo mismo todo el rato.

- También queremos de la misma manera.

- ¿Mal, aries, te refieres a eso? Ninguno sabemos hacerlo. Esa es la razón por la que no podemos estar juntos, porque somos exactamente iguales y si eso, en parte, puede generar una conexión impresionante, también puede ser la causa nuestra destrucción.


extendida

 ¿Alguna vez has ido de copiloto en el coche y has colocado tu mano extendida fuera de la ventana? Cuanto más rápido ibas, más soplaba el viento tu mano, tu antebrazo y lo llevaba hacia atrás. Sin embargo, cuanta más lentitud, tu mano se sostenía sobre sí misma. Esto es en lo que estoy pensando mientras conduces. En la presión del viento en mis dedos, como si me pudiese dejar de llevar aunque fuese solo con esa parte de mi cuerpo. Se inclina y vuelve, desciende y sube. No puedo apartar la mirada mientras el paisaje se desdibuja. De pensar en que estoy dejando que se mueva sin predecir mis acciones. No es algo usual en mí. 

No sé dejar de querer a alguien. Me doy cuenta de eso mientras pasamos por mi playa favorita. Quizás dejar de querer tiene que ver a algo parecido a lo que hace mi mano, dejarse llevar. Parece un estupidez. Pero si mi mano se inclina hacia atrás veo el campo en el que acampábamos, el paseo en el que patinaba y casi me caigo, el olor a mi pueblo en los árboles, me veo en tantos escenarios que se me juntan y siento que voy a colapsar. Entonces consigo enderezar la mano y volver a donde estoy. Vale, sigo dentro del coche. Hago un esfuerzo para que el viento no me lleve de nuevo hacia atrás pero lo hace. Vuelvo a querer lo que no tengo, no sé dejar de hacerlo. 

Por eso, dejo que se incline como quiera. Inercia, distensión. Igual el problema no es volver atrás, sino quedarse ahí. Igual la fórmula para dejar de querer es no pretender hacerlo. No debía evitar que mi mano fuese hacia atrás por la única razón de que era el impulso que la hacía poder conseguir la estabilidad.