domingo, 3 de junio de 2018

Puedes encontrarme

Todavía creo que todavía sigues
apoyado en la barra de aquella disco
como siempre a la izquierda
en la banqueta sin respaldo
cerca del cuadro azul
y con tres desvaríos de más
en el equilibrio de tus suelas.

Aún puedo imaginarte igual,
tal vez algo más borroso pero siempre
con la misma esencia.

También había noches en las que
cambiabas tu ritmo como si
en vez de seguir a la música fuese
ella la que te siguiese el pulso a ti.
A veces sales a bailar y dices que
eres arrítmico. Yo me limito
a saberte como un contratempo
de compás irregular.
Algunas noches, sí, levantas
la cabeza de una copa de
"soy un solitario nocturno"
y diriges la vista hacia algo concreto
pero luego parece ser que
nada es suficiente para ti.
Sin embargo, esas noches,
a once baldosas de distancia mía,
ríes, entablas una conversación
que nunca dura más de tres minutos
y treinta y tres segundos,
y continúas esplendorosamente
riendo un poco más porque dices que no
quieres nada serio.

Sigo pensado que sigues apoyado alli.
Un anuncio de melancolía
me agarra sin disimulo,
cruje mi temperamento
y la apariencia aparentemente tranquila
se distorsiona.

Porque yo sé que yo estoy aquí
y sé dónde tú estás y que puedo encontrarte
porque te encuentras en el mismo lugar
a la hora idéntica de los equivalentes
últimos días de la semana.
Y saber que puedo volver a verte
cuando me dé la gana me destroza.

Seguirás allí posado. Permanecerás
buscando ese algo.
Pero esta vez yo ya no estaré
esperando a que me encuentres.

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