viernes, 10 de agosto de 2018

Hablando con un chico alucinante

El chico alucinante
me dijo que las personas
valen
el tiempo que se les dedica.

Ya que el tiempo es
algo irrecuperable
por ello es tan valioso
por eso, se lo concedemos
a quién realmente creemos que
lo va a apreciar.

Y por alguna razón, sentí
curiosidad hacia esa teoría suya.

Unos segundos hablando
informalmente
pueden ser por pura cortesía,
algunos minutos por
simple curiosidad,
pero las horas.
Los días en los que buscas
una excusa para estar con alguien
aunque sea hasta apreciando
el silencio.
El silencio entre dos personas
cuando no es incómodo sino único
entre ellas.
Ese es el tiempo que son.
Que las hace ser.

Y lo que asusta realmente pensar
es que alguien tenga la rebeldía
de hacerte perder la noción de este.

El chico alucinante trataba de convencerme
de que si dedicamos nuestro tiempo
a otro es por alguna razón y esa
razón siempre ha de tener como base
las ganas y el placer,
porque no tendría sentido cederlo si
nos provocase algo que no fuese de nuestro agrado.

Y el chico alucinante hablaba
y hablaba y me rebatía lo que yo
antes ya le rebatí.
El chico alucinante concluyó
diciendo que para él le importo
el tiempo que me había dedicado.

Me gustó eso. Porque verdaderamente,
aún sin casi conocernos ya habíamos
estado hablando casi toda la noche.
Me gustó lo que me hizo sentir esa frase,
también.

Y entonces tuve que explicarle yo mi teoría.
Que aquí también tenían que ver los sentimientos.
Y pensé en ti y en que estos no son siempre buenos,
que tú me hiciste perderlo.
Que en realidad cedemos nuestro
tiempo hasta sabiendo que no lo merecen,
porque de eso se trata sentir,
de perder el sentido de lo común.

Entonces las personas no solo somos tiempo,
somos mucho más que eso.
No existimos porque alguien nos piense,
somos un conjunto de circunstancias
de deseos, de impulsos y contradicciones
por veces, ininteligibles
que nos hacen querer ser con quien
nos hace, incluso sin una razón.

El chico alucinante me fascinaba
de una manera que no os podríais
imaginar.
Pero habría alucinado si le hablase
de ti, si le desmontase por completo
su teoría,
si siguiese explicándole la mía.

Porque tú me dejaste
para mañana
y yo te quería en cada una de ellas.

Porque tú me pediste tiempo
cuando yo ya te había dado más del que merecías.

Y aún así te lo entregué.

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