martes, 21 de diciembre de 2021

Habitaciones sin papel

No quiero dejar esta habitación.

Eso fue lo que le dije. Nunca soy capaz de cambiar las habitaciones, sitio al que voy y que se convierte en mi cuarto, se me hacen imposibles cosas tan sencillas como mover muebles, girar la cama o quitar cuadros. 

Esa fue una de las razones por las que le dije que no quería dejar la habitación, porque se convertiría tan sólo en cuatro paredes y un somier y unas ventanas que no dicen nada. Porque me entristece que habiendo compartido tantas cosas en ella, mi risa en los muebles, conversaciones en las paredes, piel con piel entre las sábanas. Ahora no quede nada. 

Él me dijo que lo bueno de quitar todo es que cuando volviese podría volver a llenarla, podría poner  dibujos nuevos, experiencias mejores y que estaría mucho mejor. Yo no quería que estuviese mejor, yo quería que siguiese así. Claro que podría volver a esa habitación pero aunque colocase milimétricamente justo cada cosa donde estaba, ya no sería lo mismo. Nunca lo es. Nosotros tampoco volveríamos a estar juntos como estuvimos.

No quiero comenzar de nuevo.

No quiero una habitación distinta.

Sólo quería congelar ese instante y quedarme en él todo el rato.

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