viernes, 24 de diciembre de 2021

Lo que no es nuestro

 Sin embargo, no puedo apretar, estar constantemente forzándolo, machacándome con qué habría pasado si las cosas fuesen distintas, porque sucedieron así. Y entonces, ¿de qué servía recordarlas? No me servía para nada a mí, me impedía abrirme, me hacía ser fría, no me dejaba comprender que habías pasado página rápidamente y que tenías el derecho de hacerlo. Me justificaba con que estaba enamorada. Y sí, probablemente lo esté siempre de ti, o no solo de ti, de nuestros momentos, de las escapadas, de cómo salían las palabras de tu boca, de la risa que me salía solo contigo, del tiempo que me pasaba mirándote. Pues claro que lo estaré, ¿cómo no iba a estarlo? Pero aceptarlo me permite superarlo, porque hasta ahora tenía la manía de que cada vez que venía a esta ciudad quería que volviese el verano. Y que todo lo que tenía ahí volviese, mis amigas, los planes que hacía, tú. Pero no estaba siendo justa, sobretodo conmigo. Estaba siendo egoísta y estaba con personas por estar, por olvidarte, por pasar el rato, y lo siento. Esto me lo digo a mí. En mi cabecita no entraba la idea de que las cosas fuesen diferentes. Pero lo son. Claro que lo son.

Y hoy he comprendido que debo soltar, soltarte a ti, a ellas, a ellos, debía liberarme. Sostenía tanto que no sabía qué tenía, ni qué quería. Así que, hasta luego, sois libres y me parece bien que lo seáis. Ya no nos pertenecemos, no pensaré en vosotros, no trataré de comprender por qué no puedo volver al pasado. Porque no debo. Esto es un lienzo en blanco en el que no entran los miedos, el dolor, las inseguridades, en el que solo escribo la tranquilidad: rompo el contrato.

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