lunes, 3 de enero de 2022

Amor imposible

Siempre he pensado que me gustaban los amores imposibles. Cada vez que una persona cogía la puerta y esta se cerraba, yo me decía a mí misma: solo quieres a un amor imposible. Y continuamente pasaba esto, con cada uno que pasaba, estaba convencida de que era para lo que estaba hecha, para querer a lo que se va. Y entonces, como un soplido, llegó R.

Cuando conocí a R, yo llegué tarde, porque es lo que siempre suelo hacer. No nos entendimos con el sitio en el que íbamos a vernos. Después de estar un rato juntos, le dije que era una de las peores personas que con las que había quedado. Que estaba incómoda, que no paraba de decir tonterías y que no iba a volver a quedar. Luego, me lo volví a casi encontrar por casualidad, sin embargo, no llegamos a juntarnos. Supe que habíamos estado en el mismo sitio sin estarlo y esto hizo que volviésemos a hablar. La tercera, la cuarta, la quinta vez que nos vimos, no había vez que no discutiésemos o viésemos las cosas de un modo distinto.

Me parecía insoportable y me volvía loca. A veces tenía actitudes de crío y comentarios que no tenían sentido, me parecía un mimado por cosas como que no hiciese su cama o que no quisiese lavar los platos, se pasaba de intenso, no sabía escuchar, trataba de arreglar las cosas cuando no las debería de haber roto y se enfadaba por todo. Y pasaba la tormenta y aún así, volvíamos a estar juntos. Por alguna razón que todavía desconozco queríamos volver.

Y con todo esto fue cuando comprendí algo. Entonces las discusiones las convertimos en razones para desenfadarnos, él se metía conmigo y yo echaba sus cosas fuera de la habitación, lo arreglaba haciéndome el desayuno y yo abrazando su espalda. Me gustaba vernos juntos y decirle que no pegamos nada, que no fuese perfecto, que no encajásemos porque no teníamos por qué hacerlo, porque lo hacíamos a nuestra manera. Las dificultades, en lugar de hacernos decir "es complicado", "esto no puede seguir", "es mejor dejarlo", me hicieron ver que es ahí cuando más hay que estar, cuando no es sencillo.

Entonces pensé que el amor más imposible, es aquel que no se intenta.

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