miércoles, 16 de diciembre de 2015

Monstruo.

Hay momentos en los que nos sentimos monstruos.
Nos miramos y nos vemos cosas malas por todos lados.
Y creemos que por eso no le vamos a gustar a alguien,
o que nadie te querrá por tener defectos.
Y qué.
Te sientes mal, no quieres salir a la calle, solo dormir...
como mucho mirar el móvil;
a ver si hay amor o si hay wifi.
Lo que aparezca primero.
Pero aún así, te secas las lágrimas y sales, sonríes.
Que los demás crean que estás bien, que ellos te cuenten sus problemas,
algunos INSIGNIFICANTES
y aguantar hasta llegar a casa para hacer la misma rutina una y otra vez. 
Y qué.
¿No crees que necesitas un cambio?
Y no del todo exterior. Sino lo de dentro.
Que si sonríes sea de verdad y que si tienes que llorar muestres que estás mal.
Que no te escondas detrás de unas letras como yo, y sal ahí.
Que vean tu perfección en tus imperfecciones.
Y qué.
¿Y qué?
Que tarde o temprano nos damos cuenta de que los monstruos 
no están siempre debajo de nuestra cama,
sino que a veces están dentro de nosotros.
Déjalos salir.
O te acabarás convirtiendo en uno de ellos.


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